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El ámbito del gobierno corporativo es tan vasto como diverso. En Colombia, se rige por regulaciones que se aplican a empresas del sector financiero y aquellas que cotizan en el mercado de valores. Estas regulaciones buscan establecer políticas destinadas a fomentar la confianza tanto dentro como fuera de las empresas, abarcando a proveedores, clientes y el público en general.
El concepto de “gobierno corporativo” se refiere a un conjunto de principios y normas que gobiernan la estructura, composición y operación de los órganos de dirección de una empresa. Estos órganos son los tres pilares fundamentales en una sociedad: I) los accionistas, socios o asociados; II) la junta directiva; y III) la gerencia. El gobierno corporativo se encarga de supervisar las actividades de la administración mediante la junta directiva y la supervisión de las actividades de la junta directiva por parte de la asamblea de socios.
Sin embargo, esta definición aparentemente sencilla conlleva una cantidad incalculable e interminable de esfuerzo y recursos económicos. Aspectos como la dirección estratégica, el control interno, el cumplimiento de las normativas legales, y los protocolos familiares forman parte de la implementación del gobierno corporativo, una tarea que no todas las empresas tienen la capacidad de abordar.
Problemas como ¿Qué sucede cuando una sociedad es fundada por una sola persona? ¿O cuando ambos órganos de dirección recaen en un único socio? Son propios de las pequeñas y medianas empresas, entonces ¿Cómo se puede garantizar la autorregulación de la gestión?
Es en estos momentos cuando es importante distinguir entre lo que es el gobierno corporativo y lo que es un buen gobierno. El buen gobierno se define como los estándares mínimos adoptados por una sociedad para asegurar que los órganos directivos asuman la responsabilidad, proporcionen información constante y fiable a los accionistas, acreedores y al mercado en general, y mantengan relaciones transparentes.
Por lo tanto, el Gobierno Corporativo puede considerarse como una categoría más amplia, mientras que el Buen Gobierno es una manifestación específica de este. El Gobierno Corporativo se aplica a la estructura de poder y control de los órganos de gestión de una empresa, mientras que el Buen Gobierno se enfoca en regular las prácticas empresariales que garantizan la confiabilidad de la empresa en sus interacciones comerciales, administrativas y laborales. De hecho, no es posible hablar de Gobierno Corporativo sin primero establecer un sólido marco de Buen Gobierno.
En este contexto, es poco probable que una empresa pequeña se adentre en el terreno del Gobierno Corporativo, ya que la constitución de una junta directiva experimentada que supervise al gerente y desarrolle estrategias a largo plazo generalmente está reservada para empresas con recursos más abundantes. No obstante, la implementación de un Buen Gobierno es totalmente factible para una pequeña empresa. Esto incluye la creación de perfiles de puestos, manuales de funciones, formalización laboral con procesos de selección, reglamentos internos de trabajo, políticas contables sólidas y la implementación de medidas de seguridad y salud en el trabajo, entre otros aspectos. En resumen, implica una gestión de calidad en general.
Cuando se aplican estas políticas con un control adecuado, se reducen los riesgos de la empresa y esto se refleja en una gestión interna eficiente y en la confianza de los clientes.
Por lo tanto, independientemente del tamaño de la empresa, ya sea unipersonal o con múltiples socios, de carácter familiar o no, es posible implementar políticas de Buen Gobierno. La clave radica en reconocer que la mejora constante es una actividad continua y sin fin, pero no es trabajo por trabajo. Requiere un enfoque inteligente y estratégico que fortalezca todas las áreas de la empresa. Este enfoque debe ser compartido por todo el personal, ya que no es suficiente con fortalecer únicamente el área comercial, ya que los puntos vulnerables de una empresa son variados y numerosos.